COMENTARIO DE PATRICIA SUAREZ
La crueldad de los amores
La crueldad de los amores
Algunas personas aman obsesivamente, otras aman como pueden o nada más
se dejan amar. ‘atadura’, primera novela de Graciela Prieto Rey, pero
con una pluma ligera que la vuelve ducha en el oficio, narra estos sucesos. De
apretadísima extensión, podría decirse que es casi una nouvelle.
Un día desaparece de la faz de la ciudad de Santa Fe, el empresario Toni
Salgado, dejando un aura de misterio. Hasta seis meses después de su
desaparición, nada se sabe de él y hasta su amante Claudia, que lo amaba
tercamente, se deja morir de tristeza. Porque en el libro de Chela Prieto Rey,
como en la realidad, la gente se muere de amor o de mal amor, también. La
atadura es el leit motiv que atraviesa el libro: la atadura mágica que le hace
la tiradora de cartas a Silvia, la ex esposa del empresario pero que aun vive
con él. Se trata de la verdadera protagonista de la novela, una mujer perversa
–dicho esto en el sentido más amplio de la palabra- que hace dudar al lector –y
esto pone un punto a favor de la autora- acerca de si los perversos tienen la
voluntad de hacer el bien en alguna área de su vida o si bien lo contaminan
todo con su forma de ser. Silvia, entre las prácticas que ejerce, la más
notoria es la que da título al libro: goza atando a su esposo y a su amante. No
escapa a la autora que la práctica sexual que Silvia tiene con su esposo se
asemeja a tal punto a una tortura que en el mismo epígrafe de la novela cita a
Schopenhauer: “Uno son el torturador y el torturado. El torturador se equivoca,
porque no cree participar del sufrimiento; el torturado se equivoca, porque no
cree participar en la culpa”.
La gesta de los amores desesperados y criminales, siempre sume al lector
(o al espectador) en el asombro de lo difícil y a veces imposible que es
conocer a una persona, por estrecho que sea el vínculo. Para suscitar estas
preguntas y este asombro, Prieto utiliza recursos que dan la idea de
fragmentación: noticias del diario El Litoral donde se habla de la desaparición
de Salgado, la declaración ante la policía de Silvia (y los comentarios entre
los sumariantes sobre Silvia), escenas entre diferentes personajes: llamadas
telefónicas entre la hermana de Salgado y una amiga, entre la tiradora de
cartas y Silvia, el flashback de la noche de bodas entre Silvia y Salgado, etc.
Este manejo de los recursos literarios, recuerda mucho el The Buenos Aires
Affaire de Manuel Puig, y en algún punto se erige casi como un homenaje. El
desvalimiento del protagonista, en algún punto, los acerca. El escenario de
esta novela es siempre la ciudad de Santa Fe, el Boulevard Gálvez, el Puente
Colgante, Alto Verde, entre otros sitios que se mencionan.
atadura es el octavo libro de la colección
“Las 4 estaciones” y publicado por la editorial Palabrava, emprendimiento
santafesino que cuenta con tres de las mejores cabezas literarias de la ciudad:
Alicia Barberis, Patricia Severín y Graciela Prieto Rey misma. Al acabar la
lectura de atadura el lector siente una cálida opresión en el pecho, ésa
que deja por ejemplo el haber comido un chocolate sabroso en pleno invierno y
crea el deseo, casi una oración, porque haya pronto más textos, más novelas de
la autora.
COMENTARO DE HUGO BORGNA - Especial Diario La Opinión de Rafaela
GRACIELA PRIETO REY: UNA SÓLIDA ATADURA
COMENTARO DE HUGO BORGNA - Especial Diario La Opinión de Rafaela
GRACIELA PRIETO REY: UNA SÓLIDA ATADURA
“Atadura”, de Graciela Prieto Rey (edición
2013, de Editorial Palabrava, 82 páginas) es la obra con que culmina el
importante esfuerzo que ha significado la creación de ocho libros de autores
significativos de la región con la intención de fortalecer el contacto entre
autor y lector.
El cierre de este ciclo se concretó con una realización
literaria impactante. Esta obra de Graciela Prieto Rey justifica estar en el género
policial y lo excede generosamente; ya que este tipo de novela admite ciertos
límites y “Atadura” es mucho más que una novela policial corta, ya que logra
crear un clima de suspenso irresistible: se hace necesario llegar al final lo
antes posible para conocer la resolución de un hecho que implica peligro de
pérdida de una vida, y además hace reflexionar acerca de algunos valores que
hacen a la vida en pareja.
Una de las cuestiones, y no menor, es la que
abarca un conflicto propio de la condición humana ¿Queremos todo lo que tenemos
tal como está? ¿Necesitamos probar otras alternativas paralelas para saber si
lo que hay nos satisface? o, dicho de otro modo: ¿tenemos el ideal romántico de
desear lo que no podemos tener?
La realidad en que se ubica a los personajes
es muy compleja dentro de un clima tan enrarecido y habitado de perversiones, que
la falta de moral de las situaciones llega a justificar los actos innobles, y
hasta parecen éstos la actitud natural consecuente. El lector se preguntará si
realmente los personajes buscan la felicidad y, finalmente, si el modo en que
se cierra la acción es un castigo, si hubiera podido terminar de otro modo, o
si la fatalidad ha impuesto su modo ciego de resolver.
Abunda la obra en escenas de fuerte impacto,
aunque contenidas en el punto preciso: muestra pero no golpea sin necesidad.
Dice pero oculta y sugiere más que lo que expresa. Los detalles significativos
que son la clave del rompecabezas van
cayendo de a poco en situaciones que no lo anuncian especialmente; llegan como
verdades dichas al azar en conversaciones que tratan de otro asunto, lo que
configura un recurso muy hábil por parte de la autora que trata de este modo
con sabiduría literaria, y al mismo
tiempo con respeto, al lector atento a las señales entre líneas.
El título tampoco es casual: su
justificación surge clara en un párrafo y es perfecta: es la clave del mensaje
de la obra y define la sensación que motiva la mayoría de las acciones de los
personajes.
Se puede decir también que el personaje
principal es el modo en que se relata. Conciso, contundente, directo, con
frases breves que lo expresan todo con sólo las palabras estrictamente
necesarias. Graciela Prieto Rey no intenta la metáfora como sistema (el
vocabulario es llano, de captación rápida de la idea) pero logra en muchos
momentos del texto una admirable síntesis (“Sus valijas preparadas ilustran la
decepción”, “Elegimos, pero en cualquier elección, el dolor es la certeza”,
“Siempre que tiene una decepción amorosa desaparece y seguro que andará detrás de
una perra o un gato”, o ésta que no es exactamente textual “le dolía el cuerpo
ausente de él”).
Demás está expresar la entusiasta
recomendación de que lean esta intensa y
profunda novela, donde se juegan vidas y valores, se siente fluir cálidamente
la vida en cada línea de su texto. Y, si lo pensamos bien, estamos diciendo que
la conexión con la escritura bien concebida y concretada es una atadura
sensible y fuerte. Además de necesaria.