martes, 20 de agosto de 2013

Comentario de Liana Friedrich sobre "Salir de cacería", de Patricia Severín

“Cacería de carnes vulnerables”, podría ser otro título apto para designar la primera novela que publica la prolífica escritora Patricia Severín, protagonizada por una ingenua  Caperucita (¿o mejor, varias Caperucitas “seducibles”?), quienes resultan blancos femeninos apetecibles para un lobo, feroz psicópata sexual, cubierto con la piel de afamado empresario, Pope en los medios periodísticos de la región, quien las acecha a través del bosque de Internet, hasta atraparlas en una intricada telaraña de mails. Este ingenioso y actualísimo recurso tecnológico, testigo central en tantas historias de amor dentro del universo virtual, Patricia Severín logra crear realidades paralelas, puesto que es posible, por medio de los correos electrónicos, ir desentrañando la trama oculta más retorcida y cruel de las pasiones que estructuran las  relaciones vinculares.
       El desarrollo no lineal de la novela, es el resultado de los constantes avances y retrocesos en la trama narrativa, en la que conviven el pasado y el presente, para reflejar el drama de la conciencia, atormentada por la angustia y el absurdo, generado por las relaciones enfermizas y la precariedad de los sentimientos, duelo social típico dentro de un mundo donde los valores morales se hallan en crisis.
      Al lector le cabe una participación activa, como co-autor, capaz de descifrar enigmas, atar cabos sueltos, interpretar conductas, a través de una perspectiva multifocal o estereoscópica, es decir desde la óptica del concierto de voces que anudan sus anécdotas a la trama argumental básica. Por eso la realidad ficcional que presenta Patricia Severín no es unívoca, sino que se va construyendo  gracias al entrecruzamiento de los distintos puntos de vista:  una realidad representada ambigua y engañosa como la vida misma… Por lo tanto tampoco se puede hablar de un tiempo astronómico porque confluyen distintos “tempos”, donde irrumpe el subconsciente, con sus planos de oscuridad e ilogicidad.
     Estos rasgos de estilo producen escozor  e intranquilidad en el destinatario, impulsándolo a profundizar en su “yo interior”, y a confrontar permanentemente las pulsiones propias de la especie humana, que se debaten entre Eros y Thanatos, dentro del espacio anímico de cada sujeto.