Alfredo Di Bernardo es
escritor, cuentista y novelista nacido en Santa Fe, y desde 2004, entre otros
proyectos, tiene su propio blog donde recoge crónicas cotidianas y que ha
superado los 10 mil lectores. Los mejores textos publicados en dicho blog se reúnen
en el libro “Crónicas del Hombre Alto” (el mismo nombre del blog), que saldrá a
la venta el martes 2 de julio, con el cupón del diario El Litoral.
El
Hombre Alto “recorre la ciudad cazando historias. Todo lo que sus sentidos
perciben puede terminar transformado en literatura: una conversación escuchada
al pasar, un suceso mínimo ocurrido en la calle, una imagen exhibida en
Internet, alguna frase casual que despierta el recuerdo minucioso de vivencias
infantiles. El Hombre Alto es un cronista de lo cotidiano -o mejor dicho, de
todo aquello que suele quedar oculto en los márgenes de lo cotidiano-; y nos
muestra el mundo desde una perspectiva cargada de extrañeza, un poco irónica,
irremediablemente melancólica”, reza la contratapa.
Este
libro es una nueva entrega de la colección “Las 4 Estaciones de la Palabra”,
que edita la Editorial Palabrava y se distribuye con el Diario El Litoral. El
costo del libro es de 24.90 pesos con el cupón del diario, 50 sin el cupón.
Historias
cotidianas
—¿Por
qué elegiste la crónica como forma de escritura?
—En
2004, comencé a escribir textos en los que, si bien persisto en los territorios
de la prosa, me he alejado por completo de la ficción para abordar sucesos y
situaciones reales, episodios íntimos o públicos que, directa o indirectamente,
me involucran como protagonista, como testigo presencial, o como espectador
lejano pero interesado. Es un giro en mi escritura. No hay en estas páginas,
por lo tanto, nada inventado. Son textos nacidos de la observación y la
memoria, no cuentos surgidos de la imaginación. No he creado tampoco personajes
detrás de los cuales disfrazarme. El lector advertirá con facilidad que quien
narra y analiza los hechos que va narrando soy yo. Es ésta, entonces, la mirada
de un cronista que circula por las calles “cazando historias”, extrayendo de
ellas su costado literario y registrando después sus impresiones.
—¿Cómo
sale a la calle este hombre alto para “cazar” sus historias?
—En
realidad este “cazar historias” no es exacto, el cazador ya sabe qué presa va a
cazar, el escritor no hace eso. Hago mi rutina de mi vida, y de paso escucho lo
que dice la gente y de ahí surgen las historias. Uno tiene una predisposición
natural y una percepción que se va entrenando con el tiempo, eso hace que pasen
cosas y uno reconozca que es un relato literario. Lo que marca si una historia
puede ser literatura, son ciertos detalles que marcan esa historia, a lo mejor
una frase que dijo el personaje, o un silencio o una mirada.
—Siendo
que estas crónicas fueron pensadas para un blog, ¿cómo fue el proceso de
selección para el libro?
—El
problema mío fue que por venir de una generación que está formada en la cultura
del libro, para mí el libro es una palabra mayor, tiene una cosa de irrevocable
que no lo tiene el blog. Fue una tarea ardua de corrección. La selección fue
otro gran trabajo, porque el blog tiene esa amplitud que no tenés que explicar
mucho si son cuentos, historias o relatos, en cambio el libro requiere un
cierto orden para el lector. Entonces, elegí dividirlo en secciones que son:
“Minimalismos”, “Ese bicho que anda y anda”, “De música, fútbol y lecturas”,
“Filosófica-mente” y “La ciudad, sus historias”.
Prácticas
de lectura
—El
blog propone nuevas prácticas de lectura, ¿qué fue lo cautivante de este medio
en función a la literatura?
—Tener
un blog es un medio ágil para la comunicación: vos escribís un texto, lo subís
al blog e inmediatamente ya lo están leyendo, y estás recibiendo la respuesta.
Encontré ahí una especie de vidriera, además esto no tiene que ver con lo que
yo venía escribiendo, porque éstas no son ficciones, y descubrí que me permitía
un acceso al público joven, a un público no tradicional de la literatura.
Internet no da para leer novelas o artículos extensos; es para la brevedad y,
en ese sentido, aparecen otras prácticas de lecturas y me parece muy
interesante como herramienta para que la gente lea y conozca a los autores.
—Y
este blog ya cuenta con más de 10 mil lectores...
—Eso
es lo impresionante que tiene Internet y particularmente el blog, tengo un
promedio de 400 visitas por mes y descubro cosas insólitas con relación a los
lectores: un filólogo de Barcelona, una chica que es chef en Panamá, una
periodista de Mar del Plata y me parece fascinante tener esa llegada a gente
que no conozco ni sé cómo llegan ahí.
Arte de
tapa
Esta
colección busca estimular la lectura y difundir a los autores de la provincia,
y en ese sentido también se incluye a un artista plástico para plasmar el arte
de tapa del libro. En este caso, la obra es de la artista plástica María Elena
Machuca, oriunda de la ciudad de Avellaneda.
Machuca
estudió artes visuales en la Escuela Provincial Juan Mantovani, de Santa Fe.
Fue becaria de la Fundación Antorchas, del Ente Friuli nel Mondo y de la
Escuela de Mosaico de Spilimbergo, Italia. Participó y expuso desde 1994, entre
otros lugares, en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez (Santa Fe), Museo Emilio
Caraffa (Córdoba), Bienal de Rafaela, Salón Pampeano, Espacio Imago, Periférica
(CCB), Archivo Vivo (Tigre, Buenos Aires), Palais de Glase (Buenos Aires),
Cámara de Diputados de la Nación, Sala José Luis Cabezas; Museo Julio Pagano
(Reconquista), Museo Héctor Borla (Esperanza), Fundación RD (Esperanza), Salón
Concordia (Entre Ríos); UTN Reconquista; Premio TAG (Buenos Aires), Arteba y Argentina
Pinta Bien (Rosa Galisteo de Rodríguez), Castagnino + Macro.
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