“Timbre a la hora de almorzar”, de Ángel
Balzarino, 112 páginas, edición 2013, es la séptima realización de Editorial
Palabrava para la colección “Las cuatro estaciones de la palabra” y está
integrada por catorce cuentos, entre los que se encuentra el que da nombre al
libro.
Hablar en Rafaela de Ángel Balzarino es
recorrer un camino aparentemente fácil. Es muy conocido desde el premio que
obtuviera por el cuento que narra la difícil situación que envuelve, sin
posibilidad de retorno, a ese ordenanza que comprueba, azorado y arrepentido,
lo impiadosa que es la fuerza del destino.
“El ordenanza”, en efecto, abrió la puerta
para un estilo donde la contundencia es su principal componente. Personajes que
no dudan, circunstancias obligadas, finales sorpresivos bien trabajados,
adjetivación agresiva, la combinación de la oración larga y descriptiva con la
unimembre, la presencia del drama en su mayor magnitud, el crimen con o sin
castigo, son todos recursos que Balzarino utiliza con frecuencia y generan
climas opresivos de los que el lector no puede (y la mayoría de las veces no
quiere) escapar.
Balzarino es un creador de climas, apoya sus
historias en hechos que contienen ambigüedad a pesar de que pretende hacer
creer en ese final con muerte anunciada y destinatario concreto.
El tratamiento de la acción no es el mismo
en todos los casos. En la mayoría, los hechos emergentes están guiados por el
hilo invisible de la acción interior de un personaje, el que está previsto como
ejecutante. Se lo siente sufrir, se lo ve tomar una determinación no sin haber
considerado previamente las dos caras del problema. Entonces la resolución
fatal surge necesaria ante la dignidad gravemente herida y la muerte toma
carácter de hecho habitado de justicia.
Hay un margen muy estrecho entre el humor
negro y la crueldad, a veces muy extrema, que proponen los cuentos. Balzarino
cruza el río de una orilla a la otra. Ubicados en la mitad del cruce hay
relatos de distinto enfoque (“Rosa”, “La visita del general”, “Concierto para
violín y orquesta, op. 61” )
que abren un nuevo panorama, y llegan a provocar la sonrisa. Es decir que
dentro del arco de las sensaciones a transmitir, se toma un margen para evitar
el encasillamiento, sin salir de un estilo que provoca y no deja indiferente al
lector, haciendo que éste se defina y tome posición respecto de la situación
que motiva el relato y sus consecuencias y ejecutores. El cuento que da nombre
a la obra es otro ejemplo de ese estilo que acepta variantes y genera un nuevo
camino: en “Timbre a la hora de almorzar” no hay venganza, ni frustración. Pero
tampoco sonrisa.
Ángel
Balzarino nació en Villa Trinidad (Santa Fe) en 1943 y reside en
Rafaela. Lleva publicados diez libros de cuentos y tres novelas. Su obra
trascendió al ámbito internacional y ha recibido numerosos premios y
distinciones.
Cuando los lectores escuchen el timbre de
convocatoria para conocer el libro, pueden atender tranquilos: No habrá sorpresa
y sí, detrás de la puerta, estarán la experiencia y la fuerza narrativa de
Angel Balzarino.
Lo que no sabrán es si él pretende también
quedarse a comer.
Hugo
Borgna
Especial para “La Opinión ”, de Rafaela
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